En estas memorias la autora, nacida en 1932 en Lódz (Polonia), evoca su infancia burguesa en tiempos de paz, así como la brutal epopeya que para ella y su familia judía supuso la doble ocupación nazi y soviética. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, Alinka (diminutivo de Alicja Joanna Berger) huyó con los suyos a Leópolis, en la zona este ocupada por el Ejército Rojo. Una vez que la ciudad cayó en manos alemanas, la familia se ocultó en Tenczynek, en las inmediaciones de Cracovia, donde la pequeña fue bautizada. Cuando unos vecinos delataron a los Berger, Alinka fue trasladada a Varsovia. En la capital permaneció oculta hasta octubre de 1944, primero en un convento y luego en el domicilio privado de los Schwartz. Tras la dramática derrota del Levantamiento de Varsovia, Alinka y su familia de adopción fueron transportados a Alemania. Como presos polacos dentro del Tercer Reich, todos ellos se vieron avocados a los trabajos forzados en una fábrica textil de la localidad de Landshut, subordinada al campo de exterminio de Dachau. Tras la derrota alemana en mayo de 1945, la joven