El pensamiento humano es progresivo. Todo lo anterior es profecía de lo que está por venir, pero sobre todo explica, desde la lógica de la continuidad, la prehistoria de las ideas de una época concreta. Por eso resulta más sorprendente si cabe el olvido de la llamada filosofía medieval, si no su desprecio.
Uno de los creadores e intermediarios más desconocidos de la mejor tradición cultural es Isaac de Stella, que reflexionó con rigor y belleza sobre alguno de los temas principales de la metafísica, entre los que destaca el Ser por antonomasia.
Su obra investiga, en buena medida, el modo de acercarse a la naturaleza de Dios por medio de círculos concéntricos, en los que la razón avanza desde lo más común y superficial hasta lo más recóndito y decisivo del Ser más allá del cual no es posible pensar nada mayor y más perfecto.
Sin pensadores como él y los maestros de las escuelas de Chartres y San Víctor resulta imposible comprender la filosofía antigua, explicar la escolástica clásica e iluminar el pensamiento renacentista, puerta de acceso a la época moderna y contemporánea.
Los nueve sermones que recoge la cuidada edición bilingüe de Eduardo Otero Pereira permiten adentrarse de primera mano en un universo filosófico no tan alejado del pensamiento actual.