Queridos hermanos: Conmemoramos los 160 años de la muerte del
santo Cura de Ars, a quien Pío XI declaró patrono de todos los
párrocos del mundo. En su fiesta quiero escribirles esta carta, no sólo
a los párrocos, sino también a todos vosotros, hermanos presbíteros,
que sin hacer ruido "lo dejáis todo" para comprometeros en el día a
día de vuestras comunidades. A vosotros que, como el Cura de Ars,
trabajáis en la "trinchera", lleváis sobre vuestras espaldas el peso del
día y del bochorno (cf. Mt 20,12) y, expuestos a un sinfín de
situaciones, "dais la cara" día a día y sin daros demasiada
importancia, para cuidar y acompañar al pueblo de Dios. Me dirijo a
cada uno de vosotros que, en tantas ocasiones, sin alardes y con
sacrificio, con cansancio y esfuerzo, en la enfermedad o en la
desolación, asumís la misión como servicio a Dios y a su pueblo y, a
pesar de las dificultades del camino, escribís las páginas más
hermosas de la vida sacerdotal.