Trece monjas de clausura de un
convento de La Habana fabrican todas
las hostias de Cuba: un millón de obleas
cada año que se extienden por toda la
isla.
Un millón de hostias, el documental
dirigido por David Moncasi, sigue el
trayecto de estas obleas y descubre un
curioso retrato de la isla en el año 57 de
la Revolución.
Teresa María de la Virgen de la Caridad
es la responsable de supervisar la
fabricación, tiene 90 años y lleva 69 sin
salir del convento.
Una caja con miles de hostias sale del
convento y llega hasta la iglesia de San
Judas. Allí trabaja María Antonia que
se encargará de repartirlas entre los
ancianos impedidos que no pueden salir
de sus casas. María Antonia vive con su
hija Madelín y su nieta Cintia.
En el convento, Liset que hace dos
años se convirtió en monja de clausura
y el resto de monjas trabajan duro
preparando un pedido muy especial:
las hostias del Papa Francisco. El Papa
necesita las mejores obleas del país para
la misa multitudinaria que dará en la
Plaza de la Revolución