Después de quince años de
convivencia, Marie y Boris deciden
separarse.
Marie es la propietaria de la
casa en la que viven junto a
sus dos hijas, pero Boris es el
que la ha renovado completamente.
Sin embargo Boris no
se puede permitir otro sitio
en el que vivir, por lo que deben
continuar compartiéndola.
Marie y Boris están en ese punto
en el que ya todo está dicho y
hecho, pero en el que ninguno
de los dos va a dar su brazo a
torcer.