¿Qué significa ser libre? ¿Podemos siquiera demostrar
que lo somos? E incluso si en verdad lo fuéramos, ¿por
qué deberíamos
subordinar nuestra libertad a una norma ética? Si el
universo no manifiesta interés alguno en nosotros, ¿por
qué debemos actuar
moralmente? Practiquemos o no el bien, la naturaleza
seguirá su curso y continuará ciega ante los esfuerzos
éticos de la humanidad.
Por mucho que nos afanemos en escuchar su voz, su
lenguaje resultará siempre inexpresivo e ininteligible
para nuestras
aspiraciones, pues se basa en leyes matemáticas.