Es un cuento para ayudar a los niños a gestionar sus pensamientos negativos y frustraciones.
Gabriel, de 8 años, creó este cuento para ayudar a otros niños a superar las frustraciones y enfados cuando algo no sale del todo bien. Con este objetivo, y con la ayuda de su hermano Adrián, de 5 años, creó la mayoría de ilustraciones que aparecen en el cuento. Cuando terminaron de dibujarlas, sus padres Marcos y Natalia llenos de orgullo y emoción, les ayudaron a definir el guion y publicarlo.